Esta historia se encuentra en la Biblia, en el Evangelio de Juan.
Un hombre importante tenía un hijo que estaba muy, muy enfermo. Se enteró de que Jesús estaba en el pueblo vecino y fue a pedirle que viniera a ver a su hijo y que lo sanara.
"Jesús, mi hijo está muy enfermo. Por favor ven a mi casa y haz un milagro. Si vienes a verlo, puedes hacer que mi hijo sane, antes de que sea demasiado tarde", gritó el hombre.
"Vuelve a tu casa, ya tu hijo está sano. No necesito ir a tu casa. Solo cree lo que te digo". Era la una de la tarde cuando Jesús le dijo eso.
El hombre se apresuró a volver a su casa. Creyó que Jesús realmente había sanado a su hijo y que lo que Jesús le había dicho era verdad.
¡Cuando llegó a su casa, vio a su hijo esperando en la puerta! ¡Ya no estaba enfermo! El hombre se alegró mucho de ver a su hijo sano.
"¿A qué hora mejoró mi hijo?", preguntó a sus sirvientes. "Era la 1 de la tarde cuando de repente se sintió bien. Se levantó de la cama y se sintió totalmente sano".
El hombre se sintió muy contento. Creía en Jesús con todo su corazón y le contaba a todo el mundo cómo Jesús había sanado a su hijo, sin necesidad de ir a verlo.