Jes_s_sana_la_mano_de_un_hombre
En la Ley de Moisés, el día de reposo era un día de descanso y se consideraba que la mano derecha era la mano limpia. Usar la mano izquierda para comer, o para tocar a alguien, era de mala educación.
Un día de reposo, Jesús fue a la sinagoga y vio a un hombre con una mano que nunca había crecido. Se veía pequeña y marchita y no podía usarla.
Los fariseos eran estudiosos de la Ley de Moisés. Estaban celosos de Jesús y vigilaban para ver si sanaba a alguien en el día de reposo del sábado, para poder así deshacerse de Él.
Jesús sabía lo que pensaban los fariseos. "¿Dice la Ley de Moisés que hay que el día de reposo se debe hacer el bien o el mal?", les preguntó. Ellos nunca respondieron, porque la Ley de Moisés dice que hay que hacer el bien.
Jesús se enojó con los fariseos, porque preocupación no era el pobre hombre, pero a Jesús le importaba y le dijo al hombre que se pusiera de pie donde todos pudieran verlo.
"Extiende tu mano", le dijo Jesús. El hombre extendió la mano y allí, delante de todos en la sinagoga (incluidos los fariseos), ¡la mano del hombre quedó sanada!
Delante de sus propios ojos, el hombre vio cómo su mano crecía y se convertía en una mano normal. Era un milagro. Se sintió sumamente feliz.
Los fariseos enojados fueron directamente a reunirse con los herodianos. Ellos también eran líderes a los que no les gustaba que la gente siguiera a Jesús. Querían hacer un plan para deshacerse de Él.